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martes, 1 de abril de 2014

Acrofobia

Se denomina acrofobia (del griego ἄκρος alto, elevado y φόβος miedo) al miedo a las alturas. Por ejemplo no atreverse a practicar deportes extremos o de alturas, como lo serían la tirolesa, el paracaídas o el parapente. Al igual que otras fobias, la acrofobia genera fuertes niveles de ansiedad en los individuos que la presentan, lo que induce una conducta de evitación de la situación temida. En este caso, las situaciones con una altura notable, como asomarse a un balcón, encontrarse al borde de un precipicio o estar en un mirador elevado, son típicas de este tipo de fobia.

Muchas personas pueden sentirse ligeramente incómodas cuando están en lugares altos, y esta experiencia no se limita a los seres humanos. Otros mamíferos muestran molestia si llegan a cierta altura también. Las principales teorías para explicar este fenómeno sugieren que al igual que todas las fobias, el miedo se convirtió en incontrolable después de un accidente traumático en la infancia temprana.

Dado que otros animales han demostrado que presentan algunos signos de miedo a las alturas, los investigadores están ahora proponiendo que el miedo puede tener algo que ver con nuestro sentido interno de las ondas de equilibrio. Esto sugeriría que la gente puede ser capaz de superar el miedo al cerrar los ojos y confiar en el equilibrio natural de estabilizarse (oído interno). Por lo general, sin embargo, esto no suele ser suficiente solo, ya que el miedo a las alturas pueden estar asociados con el trauma mental.


También se ha sugerido que la acrofobia guarda cierta relación con el vértigo de la altura, el cual provoca en quien lo padece una marcada sensación de inseguridad y miedo ante la posibilidad de una caída, que puede experimentarse incluso hasta por un tercero que podría llegar a caerse. Cuando alguien siente vértigo, ve alterado su equilibrio y queda condicionado por una sensación de movimiento rotatorio que puede detectarse tanto en el propio organismo como en cualquier objeto que se encuentre a su alrededor.

El tratamiento más común para ésta, y en general, para todas las fobias, es una terapia de "habituación", en la que el terapeuta enseña al paciente a utilizar técnicas de relajación para enfrentar las situaciones estresantes, y lo somete gradualmente a las situaciones donde la fobia se presenta, para que el miedo vaya disminuyendo. Además, hay una cierta sugerencia, dada la teoría de equilibrio interno que explica que la medicación psiquiátrica haría más mal que bien, ya que muchos de estos medicamentos afectan al equilibrio.

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