En vísperas de la intervención quirúrgica de Borís Yeltsin -todo indica que la instalación de un marcapasos múltiple en el corazón del presidente de Rusia tendrá lugar la próxima semana-, los esfuerzos de los dirigentes rusos se centran en crear un conjunto de redes de seguridad para proteger la estabilidad del país, pero queda en la penumbra en qué momento se considera que Yeltsin puede asumir de nuevo sus funciones presidenciales. Las medidas de seguridad, sin embargo, tienen lagunas que se derivan de la naturaleza misma de las relaciones de poder en Rusia y de la primacía de los factores personales sobre los institucionales.
El cese de secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Alexandr Lébed, puede considerarse como parte de la preparación para el quirófano, ya que ha rebajado las tensiones visibles en el entorno de Yeltsin, cuya principal preocupación es establecer vías de comunicación con otras fuerzas políticas. En este marco se inscribe la creación del consejo consultivo adjunto al presidente, que se llama también el "consejo de los cuatro", porque en él deben participar los jefes de las dos cámaras parlamentarias, el jefe del Gobierno, Víctor Chernomirdin, y el jefe del gabinete presidencial, Anatoli Chubáis, además del presidente Yeltsin, que será su quinto miembro cuando se recupere.
El esfuerzo por cooperar, incentivado por el presidente Yeltsin en su última intervención radiofónica, se ha evidenciado con la insólita entrevista entre el jefe del gabinete presidencial, Anatoli Chubáis, un liberal a ultranza, y el ex vicepresidente de Rusia Anatoli Rutskói, que hoy es gobernador electo de la provincia de Kursk. Este encuentro cordial tiene un valor simbólico, incluso tal vez personal, para el mismo presidente en vísperas de su paso por el quirófano, ya que cierra la página del sangriento enfrentamiento con el Parlamento en octubre de 1993.