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jueves, 13 de septiembre de 2012

Valladolid. Edificios religiosos. Iglesias, El Salvador.

La iglesia parroquial se erigió sobre una antigua ermita que estuvo dedicada a Sta. Elena. El edificio es obra de mediados del siglo XVI y su construcción debió de corresponder a Juan Sanz de Escalante que en 1576 hacía la fachada del templo, cuya composición manierista pretende disimular la escasa habilidad en el manejo de un lenguaje clasicista. En las esculturas que lo decoran, especialmente en la Anunciación puede apreciarse a un escultor de la órbita de F. Giralte. El cuerpo bajo de su torre lo construía en 1618 el arquitecto Bartolomé de la Calzada, mientras que la parte superior, constuida en ladrillo, la realizaba en 1691 Tomás de la Riva, a excepción del remate capitelado instalado en 1727. El templo tiene una sola nave, con capillas entre contrafuertes, conservando su capilla mayor bóveda de crucería gótica, abovedamiento que fue sustituido en el resto de la nave por las yeserías barrocas del siglo XVII. A lo largo del templo, en su parte superior, conservó una galería, recuerdo del triforio, de madera.

En el lado del Evangelio, sobresale la capilla dedicada a San Pedro Regalado, patrono de la ciudad desde 1746. Fue consturida entre 1710 y 1727 y en su barroco retablo figura un interesante grupo de la Traslación del Santo, que debió de realizar Pedro de Avila. En el retablo mayor de la iglesia, obra de mediados del siglo XVIII -se doró en 1756-, se instaló el grupo principal, la Transfiguración, procedente del retablo anterior que había sido tallado por Pedro de la Cuadra en 1604. Las esculturas de San Sebastián y Sta. Bárbara son de las mejores obras del siglo XVIII, conservadas en Valladolid y fueron realizadas en 1750 por Fernando González. El soberbio Crucifijo, colocado en el tabernáculo, corresponde al estilo de Alejo de Vahía.

La capilla de San Juan Bautista edificada entre 1487 y 1492 y cubierta con bóveda de crucería estrellada, fue costeada por don Gonzalo González de Illescas, Oidor de la Chancillería. En su interior se conserva una de las joyas más preciadas de la ciudad: un tríptico flamenco, de hacia 1500, realizado en Amberes, con pinturas en sus puertas dedicadas a la Adoración de los Pastores y a la de los Magos interiormente, mientras que en su exterior se forma, al cerrarse, una escena con la Misa de San Gregorio. Las pinturas se asignan al llamado Maestro del Tríptico Morrison, discípulo de Quintin Metsys. La caja del tríptico contiene relieves de esculturas alusivas a la vida de San Juan Bautista cuya figura preside todo el conjunto; las pinturas del banco en las que se ve el matrimonio donante, son obra de un seguidor de Pedro Berruguete, mientras que las escenas esculpidas son de algún escultor burgalés del equipo de Francisco de Colonia.

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