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martes, 9 de octubre de 2012

Valladolid. Museos y edificios civiles. Palacio Arzobispal.

La residencia de los arzobispos vallisoletanos está situada en las casas que levantó el matrimonio Juan de Villasante y María de Villarroel a mediados del siglo XVI. El palacio, de grandes dimensiones, tiene dos torres que avanzan con respecto al plano de la fachada, modelo que sería repetido en el palacio de los Nelli de Espinosa (Museo Arqueológico). Su patio, columnado en sus cuatro lados, tiene dos alturas, siendo plateresco el diseño de los capiteles de sus columnas. El palacio sufrió alteraciones en 1857 al convertirse en sede del primer arzobispo vallisoletano don Luis de la Lastra y Cueta, cuyo escudo junto con el Real se colocaron sobre la puerta de ingreso. Recientemente, al restaurarse el edificio, se ha colocado en la caja de su escalera un espléndido artesonado del siglo XVI procedente de Fuente el Sol.

A la capilla privada del palacio se trasladó el siglo pasado un retablo procedente de la desaparecida iglesa de San Esteban, de Portillo, formado por pinturas, en su mayoría alusivas a la vida de San Esteban, consideradas obras del denominado Maestro de Portillo y fechables en el primer decenio del siglo XVI que junto con la tabla que representa la Visitación, adscrita al Maestro de Manzanillo, acreditan la gran calidad de la escuela vallisoletana en la época de los Reyes Católicos. Las cinco esculturas que figuran en el retablo son vinculables al taller de Alejo de Vahía. También se guarda en la capilla la silla abacial del coro de la primitiva colegiata vallisoletana, decorada con un excelente relieve de San Pedro, obra de fines del siglo XV.

En déposito del Museo del Prado se conservan en el palacio, seis grandes cuadros del florentino Vicente Carducho, de la serie que pintó para la Cartuja de El Paular, con escenas de vidas de santos cartujos. De interés puramente iconográfico son los retratos de arzobispos vallisoletanos pintados por Blas González García-Valladolid en los últimos años del siglo XIX.

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