El desarrollo económico alcanzado por la ciudad en las últimas décadas del siglo XIX y el deseo de conseguir cierto "tono burgués" para la capital, son perfectamente visibles en la materialización de la iniciativa del comerciante don Eusebio Gutierrez que hizo construir un pasaje con fines comerciales a imitación de los realizados en Madrid o Barcelona y naturalmente vinculable a otros existentes en grandes capitales europeas.
Los planos encomendados a Jerónimo Ortiz de Urbina se pusieron en práctica en 1885 quedando terminada al año siguiente esta tardía galería comercial en miniatura. Consta de dos tramos formando ángulo obtuso y con una rotonda en su lugar de unión; se construyo dentro del más puro eclecticismo, utilizando naturalmente acero y cristal para su armazón y cubrición. En la glorieta central se instalaron esculturas, de fundición, de las cuatro Estaciones y de Mercurio, mientras que las pinturas de sus techos, originales del palentino Salvador Seijas, aluden a diversas alegorías.
La corta vida que alcanzó -ahora se pretende resucitar su actividad- tal vez fue la consecuencia de la poca importancia comercial que tenían las dos calles que comunica.
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