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viernes, 1 de febrero de 2013

J.R.R. Tolkien. Obra literaria. El Señor de los Anillos. Contexto.

Si bien es cierto que El Señor de los Anillos fue concebida como una continuación de El Hobbit, argumentalmente lo es de El Silmarillion, obra que relata los acontecimientos de los Días Antiguos y en la que se construye toda la trama del legendarium que creó J.R.R. Tolkien. La Primera Edad del Sol es la edad de los elfos, mientras que la Segunda el la del ascenso de los hombres de Númenor (dúnedain) y su posterior caída, pero también es la de la construcción de una cultura netamente humana (con sus limitaciones) en una tierra permanentemente jaqueada por el mal. Por eso, en la Tercera Edad del Sol, esa cultura se va adueñando de la Tierra Media y la transforma en un lugar donde, una vez vencido el mal, los hombres encuentran su verdadera dimensión: J.R.R. Tolkien la llama "Edad de los Hombres" y "el fin de los Días Antiguos".

El Señor de los Anillos es, en este sentido, una metáfora que implica la culminación de un largo proceso que da origen a la humanidad actual, con toda su carga mítica pero también histórica. La creación del mundo, la implantación del mal como modelo de dominación absoluto y su continuidad a través de las edades, la lucha de los elfos y su alianza con los edain para conservar la tierra de Beleriand, la derrota del primer Señor oscuro Morgoth y el ascenso de su mano derecha Sauron, el ascenso y caída de Númenor, la construcción de los Anillos de Poder, la instalación de los reinos númenóreanos en la Tierra Media y, finalmente, la derrota de Sauron, están plasmados en El Silmarillion como un contexto que sustenta la épica del hobbit Frodo Bolsón y la Compañía del Anillo.

Si El Silmarillion es un relato de un proceso histórico-mítico, en El Hobbit se narra un acontecimiento de ese proceso. Este no es un mero hecho histórico, es nodal y significativo; porque en la obra se conoce cómo el Anillo Único entre los hobbits. Una inocente historia para niños, aunque fundada en el legendarium, se convierte en el elemento desencadenante del fin de la Tercera Edad del Sol. Fortuitamente y en el marco de un viaje para rescatar un tesoro de la mando del dragón Smaug, el hobbit Bilbo Bolsón se convierte en el Portador del Anillo. Allí J.R.R. Tolkien  al adaptar esa obra infantil a El Señor de los Anillos, delinea la cultura, y por ende el temple, que llevará a Frodo a ser el protagonista principal del cierre del proceso iniciado en los Días Antiguos.

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