La laringe (o nuez) es un órgano cartilaginoso situado entre la garganta y la tráquea, a través del cual circula el aire. En su interior se sitúan las cuerdas vocales, dos bandas de tejido fibroso capaces de vibrar y generar sonidos.
Durante la respiración, las cuerdas vocales permanecen abiertas, sin obstaculizar el paso del aire. Cuando queremos generar un sonido (proceso denominado "fonación") las cuerdas se aproximan entre sí, de forma que el aire las hace vibrar al pasar entre ellas. Músculos específicos de la laringe se encargan del movimiento de las cuerdas. El tono del sonido dependerá principalmente del grado de estiramiento de las cuerdas, de otros su mayor o menor proximidad, o su anatomía particular.
Pero la vocalización no solo viene determinada por el proceso de la fonación. Existe otro proceso mecánico importante, denominado "articulación", en el cual intervienen las estructuras de la boca (labios, lengua y paladar blando), que mediante sus movimiento transforman y modulan el sonido generado en la laringe.
También existen estructuras que, sin intervenir directamente en la producción del sonido, actúan como caja de resonancia introduciendo matices en el resultado final. Se trata del resto de la cavidad bucal y la garganta; la nariz y las fosas nasales; los senos paranasales (espacios huecos en el interior de los huesos del cráneo, recubiertos de mucosa y que se comunican con las fosas nasales) o la propia caja torácica.
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