En la mayor parte de los casos, el cansancio es inofensivo. Suele tratarse de un síntoma pasajero y secundario que acompaña a una enfermedad aguda y que desaparece una vez que se cura la enfermedad, si bien adquiere especial relevancia en muchas infecciones virals, como la munonucleosis infecciosa, en la cual la sensación de cansancio puede persistir varias semanas.
Las mujeres son especialmente susceptibles a sufrir cansancio en relación con los cambios fisiológicos que se experimentan durante la menstruación, el embarazo, el parto, el postparto y la menopausia. Una causa que debe descartarse es la presencia de una anemia significativa como consecuencia de un sangrado menstrual excesivo.
Con frecuencia, el cansancio puede encuadrarse en el contexto de una situación de estrés motivada por el trabajo, la casa, las relaciones familiares o el estilo de vida. En muchos casos, existe un problema psíquico subyacente, como una depresión o un trastorno de ansiendad. Los trastornos del sueño, como el insomnio o la apnea del sueño, son otra causa significativa de cansancio durante el día.
Enfermedades de presentación más o menos insidiosa, como infecciones crónicas (tuberculosis, por ejemplo), enfermedades autoinmunes o numerosos cánceres, se manifiestan inicialmente en forma de cansancio inmotivado. Hay que prestar una especial atención si se acompaña de otros síntomas generales, muchas veces poco específicos; pérdida de apetito, pérdida de peso o fiebre discreta. Ciertas enfermedades neurológicas, problemas tiroideos y el uso de algunos medicamentos se acompañan también de cansancio.
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