Fundado en 1246, la generosidad de D. Juan de Arias del Villar obispo de Osma y Sigüenza permitió hacia 1495 la construcción del edificio actual. Enteramente de piedra, acusa, en su falta de decoración, la severidad franciscana; primitivamente tuvo artesanado de madera, habiéndose cubierto su cabecera con bóveda de crecería de la que algún resto puede apreciarse todavía detras de su altar mayor. En el primer tercio del siglo XVIII la primitiva cubierta se sustituyó por las espléndidas yeserias barrocas que ahora presenta, tal vez debidas a diseños de Matías Machuca. En 1742 fray Antonio Pontones concluía una importante restauración en el templo.
El patronato de la capilla mayor fue adquirido en 1525 por la familia Boniseni a quien corresponde el destacado conjunto funerario, con esculturas yacentes de alabastro realizadas a fines del siglo XVI. El retablo mayor, buen ejemplo del triunfo barroco, fue construido por Pedro de Correas en 1732 y sus esculturas están muy próximas a las de Pedro de Sierra. Además de una apreciable pintura de Bartolomé de Cárdenas representando al beato trinitario Juan Bautista de la Concepción, en un retablo del lado de la epístola, destacan cuatro pinturas sobre tabla originales de Antonio Vázquez alusivas a los Santos Juanes, San Andrés, Santa Bárbara y Santiago. En el coro bajo su sillería está presidida por una buena escultura de la Inmaculada, obra de Gregorio Fernández y un Crucifijo, gótico de comienzos del siglo XVI y del círculo de San Pablo de la Moraleja y un Calvario, gótico, del segundo tercio del siglo XIII.
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