Evite rascarse o manipular las lesiones pues favorece su infección secundaria y, en el caso de vesículas provocadas por una infección viral, puede contribuir a diseminarlas. Conviene evitar el contacto prolongado con el agua. Por ello, es preferible la ducha al baño. La piel se debe lavar de forma cuidadosa, sin frotar.
Salvo que se trate de una ampolla por frotación o de un episodio de herpes labial en una persona que los ha presentado con anterioridad, como regla general, es aconsejable requerir la opinión del médico, especialmente si la causa de las ampollas no está clara, si se extienden de forma generalizada o se acompañan de dolor, fiebre o malestar general. También debe consultar con el médico en el caso de lactantes o niños pequeños.
Aunque se trate de una simple ampolla por frotación, evite pincharla en la medida de lo posible. Su cobertura sirve como protección frente a las infecciones secundarias y el medio húmedo que se encuentra debajo favorece la curación del fondo de la lesión. Si la ampolla es muy molesta y no resiste la tentación de hacerlo, utilice siempre una aguja estéril, aplicando un antiséptico antes y después y cubriéndola con un aposito, también estéril.
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