Casi siempre se trata de polvo, arena, una pestaña o cualquier otra partícula sin transcendencia alguna, pero en ocasiones el cuerpo extraño puede quedar adherido al interior de los párpados o clavado en el ojo, lo que puede resultar muy peligroso si se trata, por ejemplo, de una astilla de madera o de una esquirla metálica.
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