Ante cualquier lesión aguda de una articulación, interrumpa la actividad y aplique frío, manteniendo la articulación bajo un chorro de agua fría, mediante compresas o hielo (envuelto, eso sí, en una toaña o paño: evite su contacto directo con la piel). Acuda rápidamente al médico en caso de deformación de la articulación, bloqueo o pérdida de movilidad, fuerte dolor o hinchazón o ruidos no habituales (crujidos, chasquidos, etc.), o cuando una articulación se inflama sin una causa aparente. Puede ser necesario tratamiento farmacológico.
Por lo que se refiere al dolor habitual o crónico, el tratamiento dependerá de la causa. El médico le podrá prescribir tratamiento famacológico (analgésico y, en algunos casos, aintiinflamatorio) o fisioterapia. Sólo en algunos casos será necesario la cirugía. En el caso específico de la artritis reumatoide puede ser incluso necesario el uso de medicamentos de tipo inmunosupresor o inmunomodulador.
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