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lunes, 16 de julio de 2012

Gabriel García Márquez. Estilo. Temas importantes. Violencia y cultura.

En varias de las obras de García Márquez, entre ellas "El coronel no tiene quien le escriba", "La mala hora" y "La hojarasca, hay sutiles referencias sobre "La Violencia", esa guerra civil entre conservadores y liberales que se prolongó hasta los años sesenta causando la muerte de varios cientos de miles de colombianos. Son referencias a situaciones injustas que viven diversos personajes, como por ejemplo el toque de queda o la censura de prensa. "La mala hora", que no es una de las novelas más famosas de García Márquez, destaca  por su representación de la violencia con una imagen fragmentada de la desintegración social provocada por la violencia. Se puede decir que en estas obras "la violencia se convierte en cuento, a través de la aparente inutilidad de tantos episodios de sangre y muerte".

Sin embargo, aunque García Márquez describe la naturaleza corrupta y las injusticias de esa época de la Violencia en Colombia, se niega a usar su trabajo como una plataforma de propaganda política. "Para él, el deber del escritor revolucionario es escribir bien, y el ideal es una novela que mueve al lector por su contenido político y social, y al mismo tiempo por su poder para penetrar en la realidad y exponer su otra cara".

En las obras de García Márquez se puede encontrar también una "obsesión por captar la identidad cultural latinoamericana y particularizar los rasgos del mundo caribeño". Así mismo, trata de construir las normas sociales que establecidas en esta parte del mundo. Como por ejemplo, el carácter de Meme en "Cien años de soledad" puede ser visto como una herramienta para criticar las conversaciones y prejuicios de la sociedad. En este caso, ella no conforma a la ley convencional que "las jóvenes deben llegar vírgenes al matrimonio" porque ha tenido una relación ilícita con Mauricio Babilonia. Se puede ver otro ejemplo de esta critica de las normas sociales a través de la relación amorosa entre Petra Cotes y Aureliano Segundo. Al final de la obra -cuando los protagonistas son viejos- se enamoran más profundamente que antes. Así, García Márquez está criticando la imagen mostrada por la sociedad de que "los viejos no pueden amar".

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