El edificio que proyectó en 1561 Juan Sanz de Escalante y cuyas trazas modificaron Francisco de Salamanca y Juan de Herrera llegó al siglo XIX en estado de absoluta decrepitud. Su graciosa silueta "austra" dejó de presidir la Plaza Mayor vallisoletana en 1879 al ser derribado bajo la alcaldía de Miguel Iscar. Las obras del nuevo consistorio no se iniciaron hasta 1892 siguiéndose los planos de Antonio Iturralde que fueron variados seis años más tarde cuando al morir el arquitecto municipal se encargó de la construcción el abulense Enrique Repullés a quien corresponde el edificio actual.
De grandes dimensiones, tiene planta rectangular, precedida de un pórtico-tribuna de su fachada principal, con torres angulares y patio interior; para su diseño, el arquitecto de gusto ecléctico, se inspiró en el palacio de Monterrey de Salamanca, aunque empleó piedra granítica y ladrillo prensado además de los nuevos materiales al uso. Su salón principal da a la fachada de la Plaza mientras que el de sesiones corresponde a la fachada posterior. El nuevo edificio se inauguró en 1908.
El palacio que se construyó con pretensiones historicistas, se decoró con pinturas del mismo género, originales del cubano Gabriel Osmundo Gómez. En sus despachos y salones se conserva una notable colección de pinturas, algunas en depósito del Museo del Prado -un Florero, del valenciano Benito Espinós, la Romería de San Ignacio, del murciano Inocencio Medina Vera, etc.- y otras propiedad del Municipio entre las que destaca un soberbio San Juan Bautista pintado por Jusepe Ribera hacia 1635-1640 y cuadros de los vallisoletanos M. Poncela, Lefort, Castro Cires, García Benito, Mucientes, García Lesmes, etc.
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