Don Juan de las Navas, apoderado del Ayuntamiento de la ciudad para cuidar de los abastos de carnes, construyó con ánimo de especular, dada la escasez de viviendas que siguió al establecimiento de la Corte en 1601 en Valladolid, cinco casas de idética fachada y reparto interior en el Rastro de los Carneros (C/ Miguel Iscar). Miguel de Cervantes alquiló en la primavera de 1603 una de estas viviendas, ocupándola en compañía de su hija Isabel, dos hermanas y una criada. Aquí residió hasta comienzos de 1606 en que siguiendo a la Corte regresó a Madrid. El año anterior fue cuando se vio envuelto en el desagradable incidente que ocasionó la muerte del caballero santiaguista don Gaspar de Ezpeleta y por cuyo motivo Cervantes pasó unos días en la cárcel vallisoletana. La vivienda pese a ser nueva no disponía ni de grandes comodidades ni estaba situada en paraje agradable: por su delantera discurría el maloliente río Esgueva.
Durante su estancia en la ciudad el inmortal Cervantes tuvo tiempo de escribir, con toda seguridad, sus novelas El Licenciado vidriera, El coloquio de los perros y El casamiento engañoso, en las que afloran personajes y paisajes de la vida local y en Valladolid vivía cuando salió de prensas la primera parte de su D. Quijote.
Las distintas habitaciones de la vivienda se han decorado tratando de acercarse al ambiente de los días del escritor. La Fundación Vega Inclán que vela por la conservación de la Casa-Museo, se ha servido del inventario de la dote de la mujer y de la hija de Cervantes, así como de noticias facilitadas por los testamentos de ambas. Sin ser rica la ambientación que se ha logrado, hay que hacer constar que sobrepasaría la modestia del hogar cervantino, pero ninguno de los detalles rebasa la cronología de su vida. El estrado, el despacho, la cocina o el dormitorio están decorados con muebles de la época; no faltan tampoco ni los autógrafos, ni libros leídos por el ilustre inquilino. Una tabla de la Asunción, obra de Antonio Vázquez, cofres y bargueños, una pintora de hacia 1600 con la representación, evocadora, de la Batalla de Lepanto, cerámica talaverana, Una Virgen con el Niño, en alabastro, del siglo XVI, etc., son algunos de los objetos más sobresalientes de la decoración.
En el jardín posterior de la casa se encuentra colocada la portada renacentista del monasterio jerónimo de la Armedilla y en la parte anterior de la vivienda, precedida de hermoso jardín, se colocó la parte superior de la portda del Hospital de la Resurrección en cuyo recinto Cervantes situó el diálogo de Cipión y Berganza.
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