En el extinguido Colegio de San Gregorio se instaló en 1933 el Museo Nacional de Escultura Policromada que, con rango de provincial, había sido inaugurado en 1842 en el antiguo Colegio de Santa Cruz. Con su ubicación en las antiguas dependencias colegiales se dio la mejor utilización posible a una de las más suntuosas y espléndidas fundaciones realizadas bajo el reinado de los Reyes Católicos.
La creación del Colégio, que se puso bajo la advocación de San Gregorio, Doctor de la iglesia, fue idea del fraile dominico Alonso de Burgos que ocupaba en el momento de tan sabia decisión la silla episcopal de Palencia, habiendo condicionado previamente su fundación a la obtención de la comunidad dominica de San Pablo de los terrenos para la construcción de su porpia capilla funeraria, que serviría igualmente para el alumnado del futuro Colegio.
En 1487 consiguió Fray Alonso el espacio necesario para llevar a cabo su propósito que fue refrendado por bula del Papa Inocencio VIII. Las obras del Colegio se iniciaron al año siguiente pero con anterioridad se había comenzado la construcción de la capilla funeraria cuya puerta de ingreso se puede contemplar en el interior conventual de San Pablo, en su crucero sur.
Sus aulas fueron destinadas a la explicación de la Teología principalmente completándose con ello el cuadro de materias que se impartía en la Universidad vallisoletana. En su interior residía una comunidad de poco más de veinte colegiales y entre los que en sus aulas se formaron o impartieron su docencia hay que recordar grandes personalidades de las letras, las leyes o el espíritu tales como Melchor Cano, Luís de Granada, Francisco de Vitoria o Bartolomé de las Casas.
La carencia de documentación sobre la historia de su construcción y la existencia de toda una serie de elementos estilísticos mezclados dificultan la atribución ya no sólo del programa ornamental que aparece desplegado por toda la contrucción, sino la propia realización de las distintas unidades arquitectónicas que lo integran.
El edificio colegial estaba, al parecer, concluido totalmente en 1496 y el proceso de construcción siguió una programación del interior hacia el exterior; su patio principal y por lo tanto los salones y celdas que se abrían al mismo tienen una cronología más antigua que la portada principal.
Su fachada, estilísticamente relacionada con el taller del escultor Gil de Siloé aunque presenta algunos elementos propios de la escuela toledana, fue concebida como un telón o estandarte -arquitectura suspendida- cuya tipología tendría larga descendencia. Su compartimentación se organiza con motivos vegetales que hacen evocar los arcos triunfales construidos con madera y enramada reforzándose así su carácter eminentemente civil y urbano. Dada su significación evidentemente emblemática, la explicación de los distintos elementos que la integran ofrece una grave dificultad, no tanto individualmente como en su totalidad o en la interrelación de los distintos motivos.
Así en el tímpano principal y sobre el dintel decorado con la flor de lis. emblema del fundador, aparece la dedicatoria y ofrenda del COlegio por parte de Fr. Alonso a San Gregorio en presencia de San Pablo y Santo Domingo. Las figuras de salvajes, cubiertos o no de pelo, con garrotes y escudos, pueden hacer alusión a la costumbre cortesana de disfrazar escuderos en ocasión de fiestas, pero pueden ser igualmente la imagen mítica del "hombre natural" y encontrarse, por su estado de inocencia y beatitud, relacionadas con las esculturas de caballeros, vestidos con armaduras y portando lanza y escudo, que suele encarnar la Virtud.
La parte central superior está ocupada por un pilón exagonal lleno de agua, probable alusión a la vida espiritual o a la especulación intelectual como Fuente de la Vida, en torno al que juegan o se pelean parejas de niños y del que arranca un tronco de árbol -génesis de la Vida o imagen de la Ciencia- con ramas pobladas de hojas y granadas -el fruto del granado expresa la Unidad del Universo, según RR. Llull el conocimiento intelectual próximo- , constituyendo todo el relieve central la representación simbólica de un microcosmos, imagen del Paraíso, a donde debería de tender el hombre sabio mediante el conocimiento de las Artes y de la Teología, para disfrutar de la visión de Dios. La presencia del escudo de los Reyes Católicos, sostenido por leones y por el águila de San Juan, podría tener una significación de carácter político social pero parece más bien una alusión a la dedicación del edificio a la Monarquía, a quien fray Alonso de Burgos nombró heredera y patrona del Colegio después de sus días.
Después de franquear la puerta se llega a un patinejo antiguamente denominado "de las Escuelas", organizado con pilares de sección lobulada, al que se abrían diversos salones colegiales y se consigue acceder al claustro principal. Este último, aunque muy restaurado en 1887, constituye una de las joyas más estimadas del denominado estilo hispano-flamenco del que todo el edificio es ejemplar su representación. Se ha supuesto, por la relación que presenta con el patio del placio del Infantado de Guadalajara, que su traza la diera el arquitecto Juan Guas, pero ciertos motivos arquitectónicos y decorativos que figuran en él fueron también empleados por Bartolomé Solórzano maestro de la catedral de Palencia y activo por los mismos años en Valladolid. Los escudos reales colocados en los ángulos del patio, al no presentar la granada expresan una cronología anterior a 1492 para la obra del claustro.
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