El viejo corral de comedias de la ciudad, pese a las reformas y mejoras que experimentó durante el siglo XVIII y primeros años del siglo XIX, se encontraba en estado ruinoso en 1856 y como las necesidades de espectáculo y diversión habían aumentado acompasadamente con el crecimiento de la población varias sociedades privadas decidieron construir varios teatros que además de cumplir los requisitos necesarios para las representaciones se acomodasen con el ambiente burgués a que aspiraba la ciudad en aquellos años.
El primero en inaugurarse fue el de Lope de Vega (C/. Mª de Molina) que se construyó en 1861 según planos del madrileño Jerónimo de la Gándara a quien también corresponden los del más suntuoso de la ciudad, el dedicado a Calderón de la Barca, estrenado en 1864 con la obra "El alcalde de Zalamea", permitiéndole su capacidad y ornato convertirse en uno de los principales de España. El último en abrirse fue el de Zorrilla, cuyo proyecto firmó el arquitecto J. Ruiz de la Sierra, siendo la obra "Traidor, inconfeso y mártir" la que en 1884, con la asistencia de José Zorrilla, inició la historia de este teatro. Los tres responden a las caracteristicas de la arquitectura ecléctica, los dos primeros en su versión clasicista.
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