El ácido úrico es el producto final del metabolismo de las purinas, uno de los componentes de nuestras células. Alrededor del 10% de las purinas proceden de la alimentación, mientras que el resto las sintetiza el propio organismo.
Como ocurre con los niveles de otras moléculas, el nivel de ácido úrico en sangre es el resultado del equilibrio entre su producción y su eliminación. Puede aumentar, por tanto, bien porque se produce en exceso (ya sea porque la alimentación aporta demasiadas purinas o porque existe una tendencia endógena), bien porque no se elimina completamente por el riñón, o por ambas cosas a la vez. El tipo de alimentación, pues, es uno de los factores que contribuyen a la hiperuricemia, pero no es el único. Existe, además, una importante predisposición genética.
Pueden darse una serie de hiperuricemias secundarias a otros procesos, como la insuficiencia renal, ciertas enfermedades de la sangre, problemas de tiroides o el uso de ciertos medicamentos.
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