El temblor es un movimiento involuntario, caracterizado por una oscilación rítmica de alguna parte del cuerpo. Se produce como consecuencia de la sucesión regular de cliclos de contracción y relajación de una serie de músculos. No todos los temblores son iguales. Se pueden distinguir varios tipos principales:
- El temblor fisiológico. Lo presentan las personas sanas en determinadas circunstancias de especial nerviosismo. Es un temblor fino, de tipo postural, visible especialmente al mantener las manos extendidas hacia delante.
- Temblor de reposo. Aparece, como su nombre indica, en reposo, y se atenúa o incluso desaparece con el movimiento. El ejemplo más característico es el temblor que aparece en la enfermedad del Parkinson.
- Temblor postural. Aparece especialmente al mantener una postura determinada; al escribir, al usar una herramienta o simplemente al mantener las manos extendidas hacia delante. Se atenúa o desaparece con el reposo y la relajación. Es, de hecho, el timpo de temblor más frecuente, y aparece en un amplio número de trastornos, como el temblor fisiológico exagerado, el temblor esencial o el hipertiroidismo.
- Temblor intencional. Aparece durante el movimiento voluntario de una extremidad hacia un objetivo concreto. Se produce especialmente en aquellos procesos que afectan al cerebro.
- Asterixis. No es un temblor en sentido estricto, pero se le parece mucho. Se manifiesta como sacudadas de las manos cuando se intentar mantener las muñecas extendidas. Es un síntoma característico de la encefalopatía hepática, que aparece en pacientes que sufren un fallo hepático avanzado. Se debe en realidad a episodios repetidos de pérdida breve y súbita del tono muscular, que impiden mantener la postura de forma correcta.
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