No existe una definición exacta de qué es la diarrea. De modo general, se habla de diarrea cuando aumenta la frecuencia de deposiciones y las heces son blandas o acuosas.
Por lo que se refiere a la frecuencia de las deposiciones, debe tener en cuenta que los hábitos intestinales varían mucho de una persona a otra. Unas pueden hacer de vientre más de una vez al día, mientras que otros dos o tres veces a la semana. En el caso de los lactantes, la frecuencia aumenta: los criados con leche materna presentan hasta cuatro deposiciones diarias, mientras que los alimentados con biberón pueden presentar hasta seis.
Pero lo que realmente caracteriza a la diarrea es el carácter blando u acuoso de las deposiciones, debido a la elevada proporción de agua en las heces. Distintos mecanismos pueden dar lugar a este exceso de agua. En las diarreas de tipo osmótico, el paso a través del intestino de elementos que retienen el agua es lo que justifica el carácter acuoso de la deposición. Otro mecanismo es la aceleración de la motilidad intestinal (el conjunto de movimientos que hacen que la comida avance por el tubo digestivo), que impide que el contenido intestinal permanezca el tiempo suficiente en contacto con la mucosa para que el agua sea absorbida normalmente. En las diarreas de tipo exudativo, la propia pared intestinal está dañada, lo que conlleva que, además de la pérdida de agua y electrolitos, se pierdan proteínas, moco e incluso sangre.
La diarrea, por lo general, no se manifiesta sola. Suele ir acompañada de otros síntomas como dolor abdominal, vómitos, fiebre o malestar general, que serán más o menos intensos dependiendo de la causa, y ayudarán a orientar el diagnóstico.
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