La prioridad, en caso de diarrea, es siempre prevenir la deshidratación. Eso sí, el agua sola no basta: debe aportarse además glucosa y sales minerales. En lactantes y niños pequeños lo más seguro es recurrir a las soluciones orales, ya listas para preparar, disponibles en la farmacia, aunque también puede recurrirse a preparaciones caseras (consulte con su pediatra). En adultos y niños mayores normalmente basta con aumentar la ingesta total de agua y utilizar como suplemento caldos, sopas saladas o las conocidad bebidas para deportistas (no recomendables en niños pequeños).
Con agua embotellada o hervida, sal, azúcar, bicarbonato y zumo de limón se puede preparar una bebida casera para reponer el agua y las sales perdidas con la diarrea.
Por lo que se refiere a la alimentación, en contra de lo que habitualmente se piensa, no existen datos que demuestren de forma fehaciente que la restricción total de alimentos contribuya a acelerar la curación de la diarrea. Como normal general, se recomienda seguir una dieta blanda e ir normalizándola poco a poco según se vaya tolerando. En el caso específico de los lactantes y niños pequeños, se recomienda que la alimentación se mantenga lo más normalizada posible, manteniendo la lactancia o el biberón.
Es importante extremar las medidas de higiene, que en cualquier caso deben respetarse siempre, para evitar la transmisión de gérmenes patógenos. Es esencial lavarse bien las manos después de ir al baño y antes de preparar la comida y de sentarse a la mesa.
En cualquier caso, es conveniente consultar al médico si la diarrea persiste tres o más días (límite que se reduce a doce horas en un niño pequeño y a un día en un anciano), o se acompaña de otros síntomas como malestar general, fiebre elevada, vómitos, dolor abdominal, contiene moco o es sanginolenta. Por supuesto, tambiñén debe consultarse si la diarrea se hace persistente o crónica.
En niños y ancianos deben extremarse las precauciones debido al riesgo más elevado de deshidratación. Si ya existen signos de deshidratación, el médico indicará la pauta a seguir. En casos leves se prefiere la rehidratación oral a base de soluciones que contienen glucosa y sales minerales. En los casos más graves es necesaria la rehidratación intravenosa.
El uso de antibióticos, de antidiarreicos o de antieméticos siempre debe ser prescrito por el médico, ya que en ciertos casos puede ser incluso contraproducente.
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