Dolor en el pecho. Sus causas.

Hay multitud de procesos que pueden producir dolor a la altura del tórax. Como ya hemos visto, la mayoría de las veces se trata de dolores musculares de escasa transcendencia. En muchos casos, tienen relación con un antecedente tramático: un golpe, una caíd, un mal movimiento, etc. Si el traumatismo produjo una lesión en una costilla, el dolor puede ser muy intenso a nivel de la costilla lesionada, empeorando con la inpiración de aire, la tos o la movilización del torso.

Otras veces, sobre todo cuando tienen un carácter opresivo, pueden ser el síntoma de la enfermedad coronaria, cuya expresión más extrema es el infarto de miocardio.

Otras posibles causas del dolor torácico son un espasmo o contractura del esófago, el reflujo gastroesofágico, una neumonía, una embolia pulmonar, una pleuritis (inflamación de la pleura, la membrana que rodea y protege a los pulmones) una pericarditis (inflamación del pericardio, la membrana que rodea y protege al corazón) o un dolor irradiado a lo largo el trayecto de un nervio (como sucede, por ejemplo, en el herpes zóster).

Aunque pueden variar mucho entre sí, el dolor producido por nemonía, pleuritis y pericarditis suele aumentar con la inspiración profunda y la tos. En algunos casos, sobre todo de neumonía, se acompaña de fiebre.

El dolor debido a embolia pulmonar, que puede confundirse con cualquiera de los anteriores, suele acompañarse de dificultad respiratoria.

El refugio gastroesofágico produce un dolor de carácter más bien ardiente, conocido como ardor o pirosis, que asciende desde el estómago hacia el esófago, mientras que el dolor del herpes zóster sigue el trayecto de un nervio y suele acompañarse de hormigueos o parestesias, que normalmente preceden a la aparición de las lesiones cutáneas típicas.

Una crisis de ansiedad puede acompañarse también de dolor torácico.