El aumento de la concentración sanguínea de anhídrido carbónico (el gas de deshecho que se elimina con la respiración) inhibe el hipo. Puede intentarse, por tanto, respirar despacio e inspirar profundamente, reteniendo el aire durante el mayor tiempo posible, con el fin de aumentar dicha concentración.
Beber rápidamente un vaso de agua, comer un trozo de pan seco o presionar sobre los ojos, son otras posibles maniobras que a veces funcionan al desencadenar un reflejo nervioso que corta el acceso de hipo.
Ante un ataque de hipo que no cede por sí solo debe solicitarse atención médica. Consulte también a su médico si comienza a presentar accesos de hipo frecuentes sin causa aparente.
Respirar en el interior de una bolsa aumenta la concentración sanguínea de anhídrido carbónico y ayuda a quitar el hipo.
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