La apnea del sueño.

Es un trastorno que se caracteriza por la presencia de pausas de apnea (detenciones momentáneas de la respiración durante más de 10 segundos) muy frecuentes durante el sueño. En la mayoría de los casos se debe a la obstrucción de las vías aéreas superiores, aunque en ocasiones puede deberse a la disfunción en el control de la respiración por parte del sistema nervioso central o a ambos factores juntos.

Afecta sobre todo a personas de entre 40 y 60 años, siendo más frecuente entre los varones y en personas con exceso de peso. Suele empeorar con la ingesta de alcohol, el tabaco y el uso de sedantes y ansiolíticos.

La deficiente oxigenación de la sangre que provoca la apnea, conlleva un sueño de mala calidad con frecuentes despertares y sucesivos ciclos de sueño no reparador. Ello hará que la persona afectada se encuentre cansada y somnolienta y que sufra con frecuencia dolor de cabeza, sobre todo matutino. Si no se trata adecuadamente, la apnea del sueño puede desembocar en una situación de cansancio y somnolencia crónica que origina problemas de concentración y de memoria, lentitud de pensamiento, apatía, etc. Por otro lado, los pacientes que sufren apnea del sueño padecen de diversos problemas físicos, como hipertensión arterial, arritmias cardiacas en insuficiencia cardiaca o respiratoria.

Ante una sospecha fundada de apnea del sueño, será necesario realizar un estudio polisomnográfico o, como cmúnmente se conoce, prueba del sueño. Un resgistro polisomnográfico incluye la medición simultánea de vaios parámetros (actividad cerebral, cardiaca y muscular, saturación de oxígeno en sangre y movimientos del cuerpo) durante toda una noche.

El tratamiento debe ajustarse al nivel de gravedad de la enfermedad. En los casos más graves, debe recurrirse al uso de un dispositivo conocido como CPAP (continuous positive airway pressure). En algunos casos, una operación quierúrgica del paladar y la garganta puede resultar útil para evitar la obstrucción, pero debe reservarse para casos muy concretos.