La tos es un reflejo natural del organismo, cuya función es liberar las vías respiratorias del humo, del polvo o de las flemas. Tosemos porque unos receptores situados en las vías aéreas perciben el estímulo irritante y transmiten una señal a los centros cerebrales que desencadenan el mecanismo de la tos. Con la glotis cerrada (la lámina que separa la garganta de la laringe), se produce una espiración forzada que la abre de forma brusca y violenta, produciendo el característico sonido que la acompaña.
De forma general, podemos distinguir dos tipos principales de tos. La tos productiva, aquella que se acompaña de expulsión de flemas (mucosidad que arrastra los elementos retenidos en las vías respiratorias). Es la tos que se produce, por ejemplo, en la fase de resolución de una bronquitis, o en los fumadores de larga evolución. Y la tos seca, aquella que no arrastra ningún contenido y que incluso puede convertirse en un factor irritante por sí misma. Puede acompañarse de sensación de picazón en la garganta y llega a resultar muy molesta. Se produce a consecuencia de una infección respiratoria ya resuelta.
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