La iglesia del noviciado de las Arcas Reales es sin duda el edificio moderno más interesante de la ciudad y marcó un hito importante para la arquitectura religiosa contemporánea española. Con su proyecto, Miguel Fisac ganó en 1954 la medalla de oro de la Exposición Internacional de Arte Sacro de Viena.
Intentó crear un ambiente religioso distinto apoyándose tanto en un nuevo tipo de estructura como en un sugestivo sistema de iluminación, sin olvidar los problemas térmicos y de insonorización. Además, estableció una estrecha colaboración con otras artes plásticas, concibiendo el conjunto como un todo armónico puesto al servicio de la exaltación del altar.
Sus muros laterales, ciegos, adoptan una disposición convergente, al tiempo que el suelo se elva ligeramente hacia el presbitero y el techo se escalona en su fuerte inclinación, precipitando la visión del espectador hacia el ábside que parece bañado en luz y presidio por el grupo de la Virgen con el Niño entregando el rosario a Santo Domingo, original de José Capuz. En la parte exterior del ábside, la figura de Santo Domingo, en aluminio fundido, obra de Jorge de Oteyza, preguna la ansiedad apostólica de su orden.
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