Podemos distinguir dos grandes grupos de alteraciones menstruales, la menstruación excesiva y la menstruación irregular.
Las menstruaciones excesivas se caracterizan por la pérdida muy abundante de sangre, hasta tal punto que la mujer puede desarrollar anemia. El problema es que no existe una definición exacta de lo que es pérdida abundante: algunas mujeres consideran abundantes sus reglas cuando pierden mucha sangre, otras cuando duran demasiados días. De forma general, una menstruación tipo produce una cantidad de sangre de entre 60 y 80 mililitros al día, con una duración de entre dos y siete días. Se puede considerar, por tanto, que una regla es excesiva cuando supera esa cantidad y duración. En la práctica, si la mujer necesita cambiarse la compresa o el tampón cada hora durante al menos siete horas, se considera que la hemorragia es intensa.
En el caso de las menstruaciones irregulares, lo que sucede es que el ciclo menstrual tiene una duración variable. El intervalo entre dos menstruaciones sucesivas en ocasiones será, por ejemplo, de 20 días, mientras que el siguiente puede ser de 50 ó 60 días. Resulta por tanto imposible predecir cuándo vendrá la siguiente regla.
En sí mismos, este tipo de alteraciones no son un fenómeno peligroso para la salud de la mujer, aunque sí son molestas y en ocasiones resultan ser la manifestación de un trastorno que puede requerir tratamiento. Por otra parte, las mujeres cuyos ciclos son irregulares suelen tener un número total de menstruaciones al cabo del año menor que aquellas que presentan ciclos regulares, por lo que pueden presentar más dificultades para quedarse embarazadas en caso de que así lo deseen.
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