Los abscesos cerebrales comúnmente ocurren cuando las bacterias u hongos infectan parte del cerebro y se presenta hinchazón e irritación (inflamación) en respuesta a esta infección. Las células cerebrales infectadas, los glóbulos blancos, al igual que las bacterias y hongos vivos y muertos se acumulan en un área del cerebro, lo que forma tejido alrededor de este área y crea una masa.
Aunque esta respuesta inmunitaria puede proteger al cerebro aislando la infección, también puede hacer más mal que bien. El cerebro se hincha y, debido a que el cráneo no se puede expandir, la masa puede ejercer presión sobre el delicado tejido cerebral. El material infectado puede obstruir los vasos sanguíneos del cerebro.
Los microorganismos que causan un absceso cerebral por lo regular llegan al cerebro a través de la sangre. A menudo, no se encuentra la fuente de la infección; sin embargo, la más común es una infección pulmonar. Con menor frecuencia, la culpable es una infección del corazón. Los microorganismos también pueden viajar desde un área infectada cercana (por ejemplo, una infección en los oídos o absceso de un diente) o introducirse en el cuerpo durante una lesión (como una herida por arma de fuego o con un cuchillo) o una neurocirugía.
En los niños con cardiopatía o un defecto congénito de vasos sanguíneos, como aquellos con tetralogia de Fallot, las infecciones pueden alcanzar el cerebro desde los intestinos, los dientes u otras zonas corporales.
Los siguientes factores aumentan el riesgo de que se desarrolle un absceso cerebral:
- un sistema inmunitario debilitado (como en los pacientes con SIDA)
- Una enfermedad crónica, como el cáncer.
- Fármacos que inhiben el sistema inmunitario (corticosteroides o quimioterapia).
- Derivaciones cardíacas de derecha a izquierda, generalmente el resultado de cardiopatía congénita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario