Las glándulas salivales segregan cada día cerca de un litro de saliva. Aunque no suele concedérsele importancia, la saliva juega un papel defensivo de primera línea, al fin y al cabo la boca es la principal puerta de acceso hacia el interior de nuestro organismo. Aquellos agentes que logran franquear esa primera barreara se toparán poco después en el estómago con los jugos gástricos, una segunda línea de defensa que contribuye a esterilizar el bolo alimenticio.
Sin embargo, la función más conocida de la saliva es la digestiva. Por un lado, la saliva es fundamental, junto con la masticación y trituración que llevan a cabo los dientes, para la correcta formación del bolo alimenticio y su deglución. Por otro, la propia saliva dispone de enzimas que comienzan, ya en la boca, la transformación de los alimentos para que puedan ser absorbidos. Esta actividad enzimatica sirve igualmente para ayudar a eliminar los residuos de comida en la boca.
Por último, la saliva forma una fina capa que recubre la superficie interna de la boca y los dientes y que se renueva cada minuto. Esta capa tiene una función protectora de la mucosa y de los dientes, al lubrificar los contactos entre ellos y neutralizar la acción de los ácidos. Cuando se produce una reducción en la producción de saliva, muchas de estas funciones se ven alteradas.
La saliva es producida por las glándulas salivares. El ser humano posee tres pares de glándulas salivares: las parótidas, las submaxilares y las sublinguales. Las parótidas son las mayores y más conocidas. La parotiditis, por ejemplo (conocida comúnmente como "paperas") es una conocida enfermedad infantil que causa precisamente una inflamación de las glándulas parótidas. Existen otras muchas pequeñas glándulas salivares diseminadas por la cara interna de los labios y mejillas, por el paladar y por la lengua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario