Además de lo referido, la pérdida de apetito puede ser la manifestación de un serio trastorno de la conducta alimentaria como la anorexia nerviosa, o de una enfermedad física, como un cáncer. Cuando es así, la pérdida de apetito se acompaña casi indefectiblemente de pérdida de peso. En el caso del cáncer, una pérdida de apetito y de pesos acelerados y aparentemente inexplicables, acompañados de cansancio, pueden ser la primera manifestación de la enfermedad. Por el contrario, en el hipotiroidismo (disminución en la producción de hormonas por parte de la glándula tiroides) puede producirse pérdida de apetito acompañada paradójicamente de aumento de peso. Muchos medicamentos pueden producir también pérdida de apetito.
Esté atento a un posible cambio en los hábitos alimentarios de sus hijos o a pérdidas de peso inexplicadas.
En el caso de los lactantes y de niños pequeños, la falta de apetito es una de las principales causas de preocupación para los padres. Debe tenerse en cuenta que el apetito de los niños sufre con frecuencia variaciones importantes y que, salvo que se acompañe de problemas de crecimiento, los padres no deben conceder demasiada importancia al hecho de que el niño "come mal". Debe procurarse, eso sí, que la alimentación del niño sea sana y variada, intente que los platos le resulten lo más atractivos posible, pero sin obsesionarse ni hacer de la comida el eje central de la vida del niño.
Entre los ancianos, la pérdida de apetito es un fenómeno relativamente habitual que muchas veces está asociado también a problemas de masticación, puede generar deficiencias nutricionales que a veces pasan desapercibidas y que empeoran sus problemas de salud.
Esté atento a un posible cambio en los hábitos alimentarios de sus hijos o a pérdidas de peso inexplicadas.
En el caso de los lactantes y de niños pequeños, la falta de apetito es una de las principales causas de preocupación para los padres. Debe tenerse en cuenta que el apetito de los niños sufre con frecuencia variaciones importantes y que, salvo que se acompañe de problemas de crecimiento, los padres no deben conceder demasiada importancia al hecho de que el niño "come mal". Debe procurarse, eso sí, que la alimentación del niño sea sana y variada, intente que los platos le resulten lo más atractivos posible, pero sin obsesionarse ni hacer de la comida el eje central de la vida del niño.
Entre los ancianos, la pérdida de apetito es un fenómeno relativamente habitual que muchas veces está asociado también a problemas de masticación, puede generar deficiencias nutricionales que a veces pasan desapercibidas y que empeoran sus problemas de salud.
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