Se trata de una enfermedad degenerativa de causa desconocida (sólo un pequeño porcentaje de casos son hereditarios) y bastante frecuebnte, sobre todo entre las personas mayores: se estima que alrededor de medio millón de españoles la padecen. Y dado el progresivo envejecimiento de nuestra sociedad, es previsible que la trascendencia del problema vaya todavía a más, con los consiguientes costes personales, familiares y socio-económicos que ello supone.
En la mayoría de los casos, la primera manifestación de Alzheimer es la pérdida progresiva de memoria, a la que se van añadiendo deterorio del lenguaje (se hace más pobre), dificultad para mantener la atención (no es capaz de mantener una conversación), torpeza para el cálculo (no puede manejar el dinero correctamente), desorientación temporal (olvida el día de la semana, el mes o el año) o desorientación espacial (no sabe reconocer lugares que antes conocía perfectamente). En ocasiones los enfermos se vuelven suspicaces y desarrollan ideas delirantes (interpretaciones equivocadas de la realidad): piensan que su familia les quiere arruinar, que sus vecinos quieren hacerles daño, etc.
A día de hoy, el Alzheimer es un proceso progresivo e inexorable. La evolución suele ser lenta y paulatina. Al final del proceso, que se prolonga durante años, el paciente estará en una situación de total desconexión intelectual, encamamiento y pérdida del control de los esfínteres (incontinencia urinaria y fecal).
No existe hoy día tratamiento eficaz para curar o influir de forma significativa sobre su evolución natural. Aunque existen fármacos, como el donepezilo, la rivastigmina, la galantamina o la memantina, que en algunos casos consiguen mejorías parciales, suelen ser transitorias y con frecuencia poco significativas.
A lo largo de la evolución de la enfermedad, las necesidades de cuidado y atención a estos enfermos cambian. En fases leves es aconsejable la estimulación cognitiva, que potencia aquellos aspectos intelectuales que todavía le son útiles al individuo para las actividades de su vida diaria. En fases moderadas puede ser aconsejable la atención en centros de día que descarguen la presión a la que están sometidos el cuidador o cuidadores habituales, responsabilidad que suele recaer en la propia familia. En fases avanzadas puede ser recomendable el intermaniento en una residencia asistida.
Gracias por la info, era necesaria para un trabajo de Biología.
ResponderEliminarDe nada. Me alegra que te haya servido.
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