La migraña (o jaqueca) es un dolor de cabeza intenso, de carácter pulsátil o martilleante, que por lo general afecta a un lado de la cabeza más que a otro. Se suele acompañar de hipersensibilidad pronunciada a la luz (fotofobia) y a los ruidos, y de manifestaciones vegetativas (Náuseas y vómitos, sudoración, episodios diarreicos, mareos). La duración es varieable, pudiendo prolongarse hasta 72 horas, aunque normalmente ceden al día siguiente, generalmente tras una noche entera de sueño. Se debe a un fenómeno de contracción y dilatación sucesiva de los vasos sanguíneos del cerebro, cuya causa se desconoce, pero parece estar relacionado con una alteración de los neurotransmisores cerebrales. Afecta más a las mujeres que a los hombres y existe una fuerte predisposición familiar.
Algunas veces, la crisis de migraña se preceden de una fase de aura, que dura entre 15 y 45 minutos, durante la cual se producen manifestaciones neurológicas de carácter visual (visión de luces, destellos, halos luminosos alrededor de los objetos, percepción de manchas ciegas y otros defectos del campo visual). Su frecuencia es muy variable: hay personas que las presentan muy esporádicamente, mientras que otras las sufren de forma recurrente hasta varias veces al mes. En el caso de las mujeres puede existir ademas una relación temporal con las variaciones hormonales.
Para tratar la crisis de migraña propiamente dicha, a algunas personas les basta un analgésico simple, pero la mayoría necesitan recurrir a un antiinflamatorio. En los últimos años ha aparecido una nueva familia de fármacos con un efecto específicamente antimigrañoso, los triptanes, eficaces pero con ciertas contraindicaciones (no deben usarse, por ejemplo, en personas con problemas cardiovasculares). Durante décadas se han utilizado también como antimigrañosos la ergotamina y sus derivados que, aunque puntualmente pueden ser muy eficaces, su gran problema (además de sus numerosas contraindicaciones) es que presentan un riesgo muy alto de inducir cefalea por abuso de anlagésicos. Es muy importante que sea el médico el que establezca el tratamiento más adecuado para cada caso.
Puede ser necesario administrar un tratamiento profiláctico a las personas que presentan migrañas con frecuencia. Este tratamiento consiste en tomar, a diario y durante unas cuantas semanas, una medicación distinta a la que se usa para tratar las crisis, cuya función es reducir la frecuencia de las mismas.
En muchos casos las crisis de migraña se desencadenan por factores concretos, como la falta o el exceso de sueño, el estrés o el exceso de café o alcohol; así pues, es aconsejable evitarlos. En el caso de las mujeres, el uso de anticonceptivos orales es uno de los posibles desencadenantes y, aunque no por ello están totalmente contraindicados, puede ser necesario cambiar de preparado. En algunos casos será mejor utilizar otro tipo de método anticonceptivo, por lo que se debe consultar con su medico o ginecólogo.
La cuestión de si determinados alimentos (vino tinto, chocolate, quesos curados, etc.) son capaces de desencadenar crisis de migraña en algunas personas es objeto de controversia. No existen reglas fijas y cada persona puede ser sensible o no a determinados factores que debe aprender a identificar.
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