Ahora que te miro, sé que cuando crezcas, si te lo propusieras, tardarías muy poco en llegar con tus alas a cualquier parte. Tiene que ser fantástico nacer pájaro y poder volar alto, muy alto, donde nadie te vea y sentirte libre, aunque, tú aún eres muy pequeñito y solo volarás en casa, fuera te podrías perder.
Sería hermoso ser un pájaro. A veces cuando voy por la calle, la gente me mira raro, ponen caras de pena o angustia, a un pájaro apenas lo observan y ya no lo recuerdan más. Muchas veces odio sentirme el cuchicheo o el motivo de un codazo, poco discretos, entre unos y otros cuando mi madre y yo vamos de paseo.
Mi madre me compró unas fantásticas gafas de la invisibilidad, para que cuando quisiera, o me sintiera incomodo, me las pusiera, pero pienso que no siempre funcionan.
Mi enfermedad es un poco rollo. Mi madre me dice que me pasa a mi porque soy un niño muy especial y valiente, y solo los valientes somos capaces de soportarla, como un superhéroe. Dice mi madre que eso es lo que soy, quizás no vuele ni tenga poderes, aunque a veces, siento que llego a saber lo que piensa la gente. Los superhéroes, también tenían problemas, como yo, por eso nos parecemos tanto.
Yo volaré para el verano que viene. Mi madre me prometió que iríamos en avión a conocer un lugar donde miles de pájaros vuelan libres, deben ser parientes tuyos, porque son de muchos colores como tú.
Seguro que ella estará más nerviosa que yo cuando montemos en el avión, arrastrando ese pesado bolso que lleva siempre que salimos. Estoy seguro que es un bolso mágico, porque es capaz de sacar de su interior cualquier cosa. Por eso ella es mi superhéroe favorito, ¡supermami!, y yo el suyo, me lo dice cada vez que me da el beso de buenas noches. Ella siempre está ahí cuidándome y nunca me deja solo, me encanta cuando juega conmigo y me hace reír con sus cosquillas.
Mi padre se fue cuando yo era muy pequeño. Por lo que he escuchado se asustó mucho de que yo no pudiese ser como los demás niños, a veces los mayores piensan que porque seamos niños seamos sordos, así que irremediablemente escucho conversaciones y me entero de cosas. Ya tengo bastante con lo que tengo para encima ser sordo.
A mi padre lo puedo entender, tiene que asustar, a mi me asusta muchas veces cuando me da una crisis o me pongo muy malito y tenemos que ir corriendo para el hospital. Y si no conoces la enfermedad asusta más. Muchos, cuando me acaban de conocer, piensan que los puedo contagiar, que tontos, o incluso parece, por la forma en la que me tratan, que me puedo desintegrar en cualquier momento.
Pero debió de quedarse por mi madre. Pero no me importa, porque en esta casa solo puede vivir superhéroes como nosotros.
Ella cuando me coge en brazos me dice que no peso, y que además le viene bien para tener los músculos fuertes como los de la masa, mi superhéroe favorito. Aunque creo que a veces me miente, un poquito, porque la veo cansada.
Mi querido agapornis, te tengo que buscar un nombre fácil, no como el de mi enfermedad, que es muy difícil. ¿Qué te parece Peke?, de pequeñito, es bonito ¿verdad? Dicen que puedes hablar, pero espero que aprendas también a guardar mis secretos, vamos a ser buenos amigos. Además, tu canto es muy gracioso y chillón y me hace reír, quizás sea más fácil que aprenda yo el tuyo, me tienes que enseñar.
Cuidare siempre de ti, mi madre dice que eres más delicado que yo. Ya lo hice primero con una planta. Eso me dijo mi madre, que antes de poder tenerte tendría que saber primero cuidar de mis cosas, después de una planta, que sobrevivió, y por fin ayer te fuimos a buscar a ti, el más guapo, mi querido amigo.
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